La fotografía documental de Dorothea Lange en el Centro Cultural Borges


Madre emigrante, Nipomo, California, una de las imágenes más célebres de la fotografía.


Una familia migra por la sequía.


Las consecuencias de la Gran Depresión.



Niños japoneses estadounidenses deportados.





    Hasta el miércoles puede verse en el Centro Cultural Borges la muestra Dorothea Lange. La fotografía como testigo incuestionable, un conjunto de alrededor de cien fotografías de la gran fotorreportera y documentalista estadounidense nacida en 1895 y fallecida en 1965 a los setenta años, víctima del cáncer. La exposición hace foco en las imágenes que la artista tomó a partir de 1935, año en que fue contratada, junto con otros fotógrafos, por la Administración de Seguridad Agrícola (FSA por su sigla en inglés), un organismo estatal dirigido por el profesor de economía Roy Stryker (1893-1975) que buscó dar respuesta a los estragos producidos por la Gran Depresión iniciada con el crack de la bolsa de 1929 y la simultánea Dust Bowl, una sequía que, ayudada por malas prácticas agrícolas, produjo tormentas de polvo en Texas, Oklahoma y las Grandes Planicies, dejando inservibles los campos para el cultivo. La FSA promovió una política de migraciones para los campesinos, instándolos a mudarse a zonas más prósperas del país y colaborando con el establecimiento de campamentos de emigrantes. Paralelamente, la organización buscó documentar todo el proceso, sirviéndose de la fotografía para concientizar sobre la problemática y apelar a la ayuda gubernamental.   
    El paisaje que retrata Lange es desolador. Toldos andrajosos, cunas realizadas con cajas de cartón, ropas hechas jirones, rostros demacrados o angustiosos, siluetas de familias perdidas al borde del camino. Hay una narración que articula las fotos. Las instantáneas de la artista nos cuentan la historia de esa crisis emblemática del capitalismo del siglo XX. Más aún, no son tanto las causas lo que muestra, sino los efectos devastadores que produjo en la sociedad estadounidense de las décadas de los ‘30 y parte de los ’40. Cada fotografía es un fresco de la crisis de esos años y muestra con crudeza y realismo las vicisitudes que atravesaron los integrantes de las capas más bajas y vulnerables del cuerpo social. Trabajadores rurales que, desempleados u obligados a huir de las sequías, iniciaron un derrotero en busca de oportunidades laborales o nuevas localizaciones promovidas por los organismos del estado.

Convicciones estéticas de un funcionario   

    Sin ser fotógrafo, Stryker se convirtió en una figura fundamental de la estética que rigió el trabajo de la FSA. Con el objetivo de atraer la atención del gobierno, buscó que las imágenes que tomaran sus fotógrafos parecieran imparciales, con apariencia de objetividad. Pero esta máxima artística no concluía allí, sino que fue acompañada de un sustrato ideológico que apuntó a reconstruir el tejido social. Son numerosas las fotos del periodo que, a pesar de las dificultades socioeconómicas, muestran a grupos familiares constituidos por padre, madre e hijos, todos unidos, que aparecen como el sustento de la sociedad estadounidense, fortaleciendo nociones tradicionales de familia como organizadores de la nación. Las mujeres son madres y esposas, como en la icónica foto de Lange conocida como Madre emigrante, Nipomo, California, -presente en la muestra- cuyo título original es Desposeídos cosechadores en California. Madre de siete hijos. Treinta y dos años. Nipomo, California, donde la mujer mira con ojos perdidos al vacío, mientras a sus costados, dos de sus pequeños hijos se recuestan sobre ella ocultando sus caras, todos vestidos con harapos. La fotógrafa ofrece una imagen de la desesperanza y el hambre, pero preservando la figura tradicional de la maternidad y la familia.​
    La exposición culmina con una serie de fotos que responden al requerimiento que le hiciera la Oficina de Información de Guerra luego del ataque japonés a Pearl Harbor (1941), hecho que precipitó la participación de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. A causa de la ofensiva, el gobierno norteamericano ordenó la evacuación de los japoneses estadounidenses a los campos de concentración del oeste del país. En las imágenes de Lange, niños y adolescentes rinden honores a la bandera antes de ser deportados, sin posibilidad de defensa.
    Las obras de Dorothea Lange, una de las principales figuras de la fotografía documental del siglo XX, nos invitan a acercarnos a una artista que si bien observó los postulados estéticos de la FSA cuando trabajó para ella, supo proyectar una mirada propia sobre los acontecimientos más conflictivos de su época, estableciendo un discurso original y crítico sobre la realidad estadounidense.       

Orlando Speranza

En el Centro Cultural Borges, Viamonte 525.
Martes y miércoles, de 10 a 21.
Adultos: $150.-
Jubilados y estudiantes: $100.-
Menores de 12 años: gratis.

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