Vanguardia y revolución mexicana en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires


Autorretrato (el coronelazo), de David Alfaro Siqueiros


Verano, de Antonio Ruiz “El Corcito”


La catrina, de José Guadalupe Posada


Paisaje zapatista, de Diego Rivera



    Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros no fueron los únicos pintores que conformaron el gran movimiento artístico modernista en el México de la primera mitad del siglo XX. La muestra México moderno. Vanguardia y revolución que se presenta en el Malba, es prueba de ello. Compuesta por 170 obras –pinturas, dibujos, fotografías, esculturas, objetos populares- correspondientes a más de 60 artistas, la muestra ofrece un recorrido por los turbulentos años de la Revolución de 1910, caracterizada por el reclamo de la tierra y la reivindicación de las masas populares, dando lugar a la posterior construcción de una nación moderna que recupera lo prehispánico. La ciudad de México, poblada por artistas e intelectuales y siendo epicentro de las novedades técnicas, fue escenario de las transformaciones culturales y sociales que vivió el país en los primeros años del siglo pasado.
    La búsqueda de lo autóctono, de la esencia de la mexicanidad, fue una preocupación que los artistas tuvieron en el desarrollo de sus trabajos. En tiempos de vanguardias, cuando en Europa surgía el futurismo, el cubismo y el surrealismo, entre otros movimientos, México recibió esas novedades, pero no se resignó a la reproducción imitativa de lo que provenía del viejo continente, sino que la mezcló con sus propias tradiciones, su folklore, sus fiestas populares y religiosas, el indigenismo, las danzas y el culto a la muerte. Contó además con su propia vanguardia, el estridentismo, que en su manifiesto de 1921 invitaba a “crear y no copiar” paradigmas ajenos. Esta búsqueda, tuvo su faceta institucional en el rol del Estado, que a instancias de su Secretario de Cultura José Vasconcelos, promovió a partir de 1921 una educación artística orientada a la construcción de una identidad cultural mexicana, en la que se reivindicaba el pasado indígena. De estos años son los grandes murales en edificios públicos realizados por Rivera, Orozco, Siqueiros, Roberto Montenegro, Xavier Guerrero, y en los que participaron también artistas extranjeros, como el francés Jean Charlot y el japonés Isamu Noguchi. Su función era educar y llevar el arte a las masas para que pudieran identificarse con los nuevos valores sostenidos por la Revolución.    
    La muestra, curada por Victoria Giraudo (Malba), Ariadna Patiño Guadarrama y Sharon Jazzan Dayan (Museo Nacional de Arte de México), se organiza a partir de cuatro núcleos temáticos: Modernidad cosmopolita, Revolución social, Cultura popular y Experiencias surrealistas. El cosmopolitismo estuvo marcado, entre otras cosas, por los contactos de los artistas mexicanos con los movimientos de vanguardia europeos. Así, en el primer segmento, podemos ver Paisaje zapatista, de Rivera, una obra que retoma el lenguaje pictórico cubista pero que lo cruza con elementos locales, en este caso, una iconografía que alude al mundo popular mexicano y la Revolución.
    Pero la exposición no se detiene en las pinturas de Rivera, sino que pueden abordarse otros artistas menos conocidos, pero cuyas obras son destacables. Entre ellos figura el extraordinario Antonio Ruiz “El Corcito”, con su trabajo Verano, donde una pareja mexicana perteneciente al pueblo, observa una vidriera donde se muestran los maniquíes vestidos con coloridas ropas modernas, ajenas a la tradición mexicana. De su autoría es también El sueño de la Malinche, de inspiración surrealista, donde esta figura que fue traductora y amante del conquistador Hernán Cortés duerme, mientras en su manta aparece un típico pueblo mexicano con una iglesia en su parte más alta.
    Frida Kahlo dice presente con Fulang Chang y yo, junto con un espejo, un célebre autorretrato que es propiedad del Museo de Arte Moderno de Nueva York. La genialidad del caricaturista José Guadalupe Posada se plasma en el grabado La catrina, una calavera de día de muertos inmensamente popular en todo México. Dentro de la categoría paisaje, se muestran los volcanes pintados con fuertes colores por el Dr. Atl (su nombre era Gerardo Murillo) y obras de su pareja, Nahui Ollin (Carmen Mondragón). 
    Volviendo a la célebre tríada mexicana, vemos la potente obra Autorretrato (el coronelazo), de Siqueiros, un artista que militó en el Partido Comunista y que participó activamente en el movimiento muralista. Por su parte, Orozco pintó El desmembrado, presente en la exposición. Se trata de un trabajo con predominio del color amarillo y un rojo intenso que alude a la fragmentación de los pueblos prehispánicos, víctimas de la violencia de los conquistadores españoles. El terceto se completa con Diego Rivera, uno de los artistas mexicanos más famosos fuera de las fronteras nacionales, de quien se puede apreciar Baile en Tehuantepec, una pieza de grandes dimensiones que celebra con colorido los bailes tradicionales de la cultura popular mexicana. El mismo fue adquirido por el fundador del Malba, Eduardo Costantini, y puede verse nuevamente en Latinoamérica después de 30 años de ausencia. También de Rivera, en el segmento Cultura popular, aparece Río Juchitán, una obra de carácter monumental.
    La fotografía tiene su capítulo dentro de la exposición. Allí pueden verse obras de la fotógrafa italiana Tina Modotti, quien trabajara y aprendiera de Edward Weston, para encontrar luego su verdadera inspiración en México, afiliándose al Partido Comunista y tomando las imágenes del pueblo mexicano como motivo principal de su producción. Del gran Manuel Álvarez Bravo, cuyas creaciones muestran la identidad y la cultura mexicanas, se aprecia su icónica La buena fama durmiendo. También vemos los excelentes trabajos de su esposa, Lola Álvarez Bravo, entre cuyas realizaciones aparece retratada su amiga Frida Kahlo.              
    En 1938, André Breton llegó al país azteca y declaró: “No intentes entender a México desde la razón, tendrás más suerte desde lo absurdo, México es el país más surrealista del mundo.” La conjunción del universo prehispánico, con sus mitos, animales y frutos fantásticos, junto a arquitecturas que obedecen a distintas cosmovisiones, todo ello sumado a las tradiciones religiosas de la época virreinal, se amalgaman en fiestas, exvotos y altares, configurando un territorio onírico visto como surrealista por el líder de ese movimiento de vanguardia. La muestra ofrece una sala entera dedicada a las experiencias surrealistas, donde, además de las obras ya mencionadas de Ruiz y Kahlo, se distinguen trabajos de artistas mexicanos –Agustín Lazo, María Izquierdo- y extranjeros que llegaron al país huyendo de Europa a causa de la guerra, como la española Remedios Varo y la inglesa Leonora Carrington, entre otros. Además, la sección muestra la importancia de la mujer en la escena artística local.
    La exhibición se completa con nombres imperdibles, como Rufino Tamayo, Fermín Revueltas, Francisco Eppens, Miguel Covarrubias, Juan O’Gorman y Adolfo Best Maugard, entre otros.

Orlando Speranza

En el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires
Av. Figueroa Alcorta 3415
Hasta el 19 de febrero de 2018
Jueves a lunes: 12:00 a 20:00.
Miércoles: 12:00 a 21:00.
Martes: cerrado.

Feriados: Abierto de 12:00 a 20:00, excepto los días martes.

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